El magnesio, un mineral cada vez más reconocido, desempeña un papel crucial en innumerables funciones corporales. Nuestro organismo, que alberga aproximadamente 25 gramos de magnesio, la mayoría en los huesos, lo utiliza en más de 300 procesos bioquímicos, incluyendo la generación de energía y la creación de ADN y proteínas. Dado que el cuerpo no lo genera, es imprescindible adquirirlo mediante la alimentación diaria. Una deficiencia a corto plazo podría no presentar síntomas evidentes, ya que los riñones compensan la falta. Sin embargo, una carencia prolongada puede desencadenar problemas de salud. Algunas condiciones y medicamentos pueden interferir con la absorción o aumentar la eliminación de magnesio, lo que puede llevar a una deficiencia. Esta situación a menudo se confunde con ansiedad, insomnio o fatiga crónica, y ciertos grupos, como personas con enfermedades gastrointestinales, diabetes tipo 2, consumo excesivo de alcohol o mayores de 65 años, tienen un mayor riesgo de sufrir esta carencia.
La ingesta adecuada de magnesio es fundamental para el buen funcionamiento del cuerpo, ya que este mineral regula las funciones musculares y nerviosas, así como los niveles de azúcar en sangre y la presión arterial. Además, es esencial para la formación de proteínas, el mantenimiento de la masa ósea y la producción de ADN. Sus beneficios incluyen la reducción de marcadores de hipertensión y un menor riesgo de problemas cardiovasculares. También contribuye a procesar el azúcar, disminuyendo el riesgo de resistencia a la insulina y protegiendo la densidad ósea. Algunas investigaciones sugieren que puede aliviar la frecuencia y los síntomas de las migrañas, y estudios han mostrado una reducción significativa en los síntomas de depresión en individuos suplementados. Para los deportistas y personas mayores, una ingesta suficiente de magnesio puede disminuir el dolor muscular, mejorar el rendimiento físico y aumentar la fuerza.
Para maximizar los beneficios del magnesio, es crucial optimizar su absorción a través de la dieta. Esto se logra combinándolo con proteínas, especialmente aquellas ricas en glicina, como el pollo, la gelatina y el caldo de huesos, o las proteínas vegetales presentes en legumbres y frutos secos. La vitamina D, abundante en huevos, lácteos y pescado azul, también potencia la absorción de magnesio al facilitar su entrada en el intestino. La vitamina B6, presente en alimentos de origen animal y vegetales como plátanos y aguacates, ayuda a que el magnesio ingrese y sea utilizado por las células. Los ácidos orgánicos de frutas y fermentados mantienen el magnesio soluble, facilitando su absorción. Para quienes buscan mejorar sus reservas de magnesio, es recomendable aumentar el consumo de frutos secos y semillas, aliñar ensaladas con jugo de cítricos y considerar el consumo de agua mineral rica en magnesio. Aunque muchos alimentos lo contienen, los suplementos pueden ser útiles para algunas personas, siempre bajo supervisión médica. Formas como el citrato y el bisglicinato de magnesio son bien absorbidas, mientras que el óxido de magnesio se utiliza principalmente como laxante. Es importante tener precaución con los suplementos si se están tomando bisfosfonatos, antibióticos, diuréticos, antiácidos o suplementos de zinc.
Una adecuada provisión de magnesio es vital para el bienestar general. Este mineral no solo sostiene funciones biológicas esenciales, sino que también ofrece un escudo contra diversas afecciones, desde problemas cardiovasculares hasta trastornos del estado de ánimo. Al adoptar una dieta equilibrada y considerar estrategias para optimizar su absorción, podemos fortalecer nuestra salud y mejorar nuestra calidad de vida de manera significativa.